El Constitucional ha cerrado filas con Francisco Pérez de los Cobos y ésto le puede costar caro.
La reciente renovación del Tribunal Constitucional (TC)
parecía marcar el inicio de una etapa de mayor sosiego y consenso en la
institución, pero al final todo indica que no será así. El conflicto
surgido en torno a la militancia en el PP
del presidente del TC, Francisco Pérez de los Cobos, al comienzo de su
mandato como magistrado, amenaza con llegar hasta el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo.
El exjuez Baltasar Garzón lo planteó ayer abiertamente, pero no sólo él le está dando vueltas a la idea. Garzón anticipó que acudirá a Estrasburgo si no se anula la inadmisión de su recurso contra su condena por las escuchas a los abogados del caso Gürtel, que le supuso once años de inhabilitación y la expulsión de la carrera judicial.
Pero en esa vela de armas Garzón no está solo. Son muchas las instancias afectadas por recursos en trámite en el TC que van a objetar la compatibilidad del presidente de la institución en ese cargo y, a la vez, como afiliado al PP. Y nadie renuncia a priori a quemar todos sus cartuchos, incluido el de llegar a Estrasburgo, si las recusaciones anunciadas no son aceptadas. En algunos asuntos esa opción podría incluso ser la palanca para conseguir la internacionalización de otro tipo de conflictos, si quienes son sujeto activo o pasivo de determinados pleitos no encuentran mejor modo de lograr que sus posiciones e intereses sean conocidos y tratados por la justicia europea. La vía de agua abierta en el TC puede tener, en suma, muchas más derivaciones de las previstas en un primer momento.
El presidente del Constitucional logró el jueves pasado que los ocho magistrados que entonces estaban trabajando en la sede de la institución suscribieran un comunicado en su defensa, pero sólo con esa iniciativa no se taponará la hendidura aparecida en el casco de la nave. Entre otras cosas, porque ya hay quien trabaja a favor del iceberg. Es decir, de que el problema no se solucione con un cierre de filas en el TC.
Para el Gobierno, el problema resulta desolador. Había conseguido una mayoría sólida y clara en el Constitucional, podía contar con la tranquilidad de que no iba a perder ninguno de los pleitos más importantes que tiene planteados contra diversas comunidades autónomas. Lo había conseguido todo, empezando por la propia renovación de la institución, con discreción y eficacia y ahora se abre una puerta por la que muchos querrán soplar para derribar el castillo de naipes.
Lo decía ayer el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, agarrándose al clavo ardiendo del equilibrio conseguido para renovar el TC y para que su presidente fuera elegido poco después por unanimidad por los magistrados de la institución.
El presidente del Gobierno manifestó ayer que la renovación del TC pudo hacerse "bien, en tiempo y forma", sin los retrasos de otras veces. Por otra parte, subrayó que una vez conocido que Pérez de los Cobos había compatibilizado su militancia con la presidencia de la institución, del TC, los ocho magistrados que se reunieron para recibir sus explicaciones mostraron "por unanimidad una posición inequívoca sobre esta cuestión y yo la comparto". Mariano Rajoy, en definitiva, apoya al presidente del TC y su continuidad en el cargo.
Desde otras instancias, en cambio, se reiteran declaraciones que anuncian graves reparos. La Junta andaluza va a estudiar hoy la posible recusación de Pérez de los Cobos. La consejera de Presidencia, Susana Díaz, consideró "una barbaridad" que el presidente del TC tome parte en la resolución de algunos de los conflictos que afectan a Andalucía. El PSOE, sin embargo, quiere que el presidente del TC dé explicaciones en el Congreso antes de plantear otro tipo de medidas.
El exjuez Baltasar Garzón lo planteó ayer abiertamente, pero no sólo él le está dando vueltas a la idea. Garzón anticipó que acudirá a Estrasburgo si no se anula la inadmisión de su recurso contra su condena por las escuchas a los abogados del caso Gürtel, que le supuso once años de inhabilitación y la expulsión de la carrera judicial.
Pero en esa vela de armas Garzón no está solo. Son muchas las instancias afectadas por recursos en trámite en el TC que van a objetar la compatibilidad del presidente de la institución en ese cargo y, a la vez, como afiliado al PP. Y nadie renuncia a priori a quemar todos sus cartuchos, incluido el de llegar a Estrasburgo, si las recusaciones anunciadas no son aceptadas. En algunos asuntos esa opción podría incluso ser la palanca para conseguir la internacionalización de otro tipo de conflictos, si quienes son sujeto activo o pasivo de determinados pleitos no encuentran mejor modo de lograr que sus posiciones e intereses sean conocidos y tratados por la justicia europea. La vía de agua abierta en el TC puede tener, en suma, muchas más derivaciones de las previstas en un primer momento.
El presidente del Constitucional logró el jueves pasado que los ocho magistrados que entonces estaban trabajando en la sede de la institución suscribieran un comunicado en su defensa, pero sólo con esa iniciativa no se taponará la hendidura aparecida en el casco de la nave. Entre otras cosas, porque ya hay quien trabaja a favor del iceberg. Es decir, de que el problema no se solucione con un cierre de filas en el TC.
Para el Gobierno, el problema resulta desolador. Había conseguido una mayoría sólida y clara en el Constitucional, podía contar con la tranquilidad de que no iba a perder ninguno de los pleitos más importantes que tiene planteados contra diversas comunidades autónomas. Lo había conseguido todo, empezando por la propia renovación de la institución, con discreción y eficacia y ahora se abre una puerta por la que muchos querrán soplar para derribar el castillo de naipes.
Lo decía ayer el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, agarrándose al clavo ardiendo del equilibrio conseguido para renovar el TC y para que su presidente fuera elegido poco después por unanimidad por los magistrados de la institución.
El presidente del Gobierno manifestó ayer que la renovación del TC pudo hacerse "bien, en tiempo y forma", sin los retrasos de otras veces. Por otra parte, subrayó que una vez conocido que Pérez de los Cobos había compatibilizado su militancia con la presidencia de la institución, del TC, los ocho magistrados que se reunieron para recibir sus explicaciones mostraron "por unanimidad una posición inequívoca sobre esta cuestión y yo la comparto". Mariano Rajoy, en definitiva, apoya al presidente del TC y su continuidad en el cargo.
Desde otras instancias, en cambio, se reiteran declaraciones que anuncian graves reparos. La Junta andaluza va a estudiar hoy la posible recusación de Pérez de los Cobos. La consejera de Presidencia, Susana Díaz, consideró "una barbaridad" que el presidente del TC tome parte en la resolución de algunos de los conflictos que afectan a Andalucía. El PSOE, sin embargo, quiere que el presidente del TC dé explicaciones en el Congreso antes de plantear otro tipo de medidas.
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